24 de octubre de 2011

Plenitud del nuevo amor

“Solamente el fuego creador del amor es capaz de brindar esa elevación de plenitud, unidad y compañía, que borre definitivamente toda cicatriz de dolor. Todo atisbo de sufrimiento inútil”

A veces cuando estoy triste y los infortunios amorosos se empeñan en meterse por mi ventana, no puedo dejar de cuestionarme esa rara relación entre amor y felicidad; y digo: ¿Quién es el imbécil que puede decir; que ese dolor en el estomago cuando no está, o esas noches de insomnio, o que los celos, o la incertidumbre permanente, sin dejar de lado la añoranza y la perpetua espera; se parecen en algo a la felicidad?

Es ahí entonces cuando decido poner toda mi energía en mis obligaciones, en el enriquecimiento cultural y en la diversión. Pero después de largas noches, ya en mi cama, donde todos nuestros pensamientos adquieren proporciones descomunales. Descubro que prefiero el dolor en el estomago a la soledad; la incertidumbre al desasosiego.

Prefiero abrazar el sueño de que esa persona aparezca en el momento justo, y que con un beso o una caricia borre todos esos sentimientos fatales que la soledad muy gentilmente me ha regalado; al triste y frío invierno de mis sábanas.

Es por eso que siempre caigo en el error, o en el acierto, de volver a querer o volver a enamorarme. Elijo caer rendido ante unos hermosos ojos pardos, a quedarme solo atesorando aquellas cicatrices que entristecen mi corazón, macerando así tanto sufrimiento inútil.

Aquellos que nos han causado tanto mal no merecen otro castigo que esa elevación de plenitud personal que solo puede darnos el nuevo amor.

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